Sebastián Soler fue uno de los más grandes juristas argentinos. Bueno, él nació en España, pero vino de chico a Argentina. Un jurista es alguien que practica o enseña Derecho, pero que supera al simple abogado en su conocimiento. Soler fue un jurista, un maestro. No voy a dar datos biográficos, quien se interese los puede leer en este sitio web. Voy a dar mi visión personal, mis razones para admirar a Soler.
Los que como yo estudiamos Derecho hace ya muchos años nos encontramos con el Derecho Penal por primera vez con el Tratado de Soler ¡¡¡Por fin !!! Luego de leer tantos libritos que nos desilusionaban y que nos hacían pensar si habíamos hecho bien en elegir la carrera de Derecho, encontrábamos una obra maestra que nos alentaba a seguir. ¡Qué argumentos y profundidad de análisis! Lo alumnos necesitamos un ideal, alguien que podamos admirar racionalmente, no como capricho sino como resultado de la convicción serena que nos permite reconocer la grandeza. Para mí eso fue Soler. Pero he usado mal el verbo en pasado, pues lo sigue siendo.
Nunca lo conocí. O mejor dicho, nunca lo conocí en persona (que quizá no es lo más importante) pero conocí sus pensamientos, sus ideales, incluso llegué a conocer la tiranía y la arbitrariedad que él detestaba, y comprendí por qué. A poco de terminar mis estudios acudí a una conferencia que daba Soler en la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico. Era seguro que la mayor parte del público estaba del lado de Genaro Carrió (que años después fue Presidente de la Corte Suprema de la Nación) quien era miembro fundador de esa sociedad y había polemizado amigablemente con Soler. Por supuesto, Soler no necesitaba un público adicto o sumiso.
La conferencia no se realizó pues ese día Soler murió. Así que nunca lo vi en persona, pero...eso no es lo esencial.
Lo que mucha gente no sabe es que Soler no era meramente un gran especialista en Derecho Penal. Soler escribió mucho y magníficamente sobre filosofía del derecho. Es decir, sobre los conceptos más fundamentales del Derecho, esos que parecen ser los que más fácilmente (y más fatalmente) se confunden.
Escribió Soler una crítica al Código Penal soviético, en una época en la que muchos intelectuales creían posible pasar por alto los 20 o 30 millones de muertos que ese régimen produjo. Hoy los datos se conocen, están en la web para cualquiera que quiera leerlos, pero algunos todavía creen que se trató de una tragedia inexplicable. Soler sabía y explicaba por qué.
También escribió una crítica a la teoría del estado peligroso, que en su momento creyó poder reemplazar el derecho con psicología y medicina. Curioso que hoy muchos repitan el error, tratando de reemplazar el derecho con sociología. Y ni siquiera con sociología seria.
Pero el tema fundamental de Soler fue la interpretación de la ley. Escribió Fe en el Derecho. Menciono sólo una perla olvidada de ese libro: la nota sobre la llamada norma individual, un análisis en el que Soler demuestra los errores de la noción de norma individual de Kelsen. Con esa prontitud con la que los argentinos olvidan a sus grandes hombres, nadie ha reparado en los argumentos de Soler. Ni se los acepta, ni se los refuta. La falaz teoría de la norma individual se sigue enseñando como si Soler jamás hubiera escrito sobre ella. Recuérdenlo: silenciar las objeciones y repetir lo mismo una y otra vez, ese es el método con el que muchos escritores dominantes suelen imponer sus teorías. No era ese el método de Soler.
Que Fe en el Derecho esté agotada hace años es casi un diagnóstico de la Argentina.
También tenemos La Interpretación de la Ley, y luego Las Palabras de la Ley. Este último librito (por el tamaño, no por el contenido) dio en el clavo, o mejor dicho, pisó algunos callos. En esa obra Soler analizó el realismo jurídico, esa teoría del Derecho que dice que el Derecho es lo que los jueces dicen que es. En verdad el nombre de "realistas" se lo pusieron a sí mismos (con gran sentido publicitario) los defensores de esta forma de desarticular el derecho.
El realismo jurídico tiene su origen principal en la universidades norteamericanas de los años 30. Digo las universidades y no Estados Unidos porque afortunadamente el pueblo norteamericano siempre ha rechazado con disgusto que el derecho sea lo que se le ocurre a cada juez. Una muestra más del abismo que en esa nación separa al pueblo de los académicos.
Genaro Carrió escribió una réplica a Soler, que tituló Algunas palabras sobre las palabras de la ley. Soler le respondió con un artículo que se llamó El juez y el súbdito, publicado en la revista La Ley, tomo número 142 página 1094.. En pocas páginas Soler muestra por qué el "realismo" originario estaba equivocado, y por qué también lo están sus versiones más recientes, esas que echan mano a la vaguedad del lenguaje para justificar el arbitrio judicial.
En su debate con Carrió para mí ganó Soler, por goleada. Bueno, no pido que me crean, el que lea la polémica, y sobre todo el artículo final de Soler, sacará sus propias conclusiones. Lo que sí me parece necesario destacar es que todo esto se ha olvidado. Tenemos en Argentina a dos de los más importantes juristas de la historia reciente debatiendo sobre cómo se debe interpretar la ley, sobre el papel de los jueces, sobre la forma de asegurar la libertad. Y ya hacemos como si ese debate nunca hubiera existido. No digo que no lo tenga en mente la gente común, lo que es entendible. Pero ni siquiera los juristas lo mencionan al discutir ese tema.
Creo que muchos argentinos detestan los debates, el intercambio civilizado de ideas. Sólo les interesa saber quién es el ganador, y siempre hay algún gurú que les dice quién es el que tenía razón.
Vean si no es así: otro debate fundamental olvidado es el que sostuvieron Carlos Santiago Nino y Eugenio Zaffaroni sobre la finalidad de las penas de prisión. Creo que Nino dejó en claro los errores de Zaffaroni. Pero no importa, no es eso lo esencial que quiero destacar ahora. Fíjense, tenemos dos pesos pesados, uno filósofo del derecho y escritor de derecho penal, otro el académico más en boga en derecho penal, profesor de ya varias generaciones de abogados y jueces, y ahora juez de la Corte Suprema. Nadie comenta ese debate, nadie analiza las razones. Nino está muerto y Zaffaroni está en la Corte más importante del país. Debate cerrado.
Por suerte está la web que impide decir que ese debate no existió, y que nos permite examinar las razones de cada uno. Háganlo por ustedes mismos cuando tengan tiempo, vale la pena. Retruquen, busquen las debilidades de los argumentos, no se dejen llevar por la retórica, analicen las razones. Este es el link al primer artículo del debate.
Sea con Soler y Carrió, o con Nino y Zaffaroni, parece que el deseo mayoritario (no sólo en el pueblo sino también y principalmente entre los juristas) es seguir a quien se les presenta como vencedor y olvidar lo antes posible al que le dijeron que resultó vencido.
Pero Soler no ha sido vencido. Aunque hoy pocos lo recuerden, aunque sus argumentos sean ignorados por los juristas en boga. En alguna biblioteca algún muchachito encontrará, como yo lo hice hace tanto tiempo, un ejemplar de Fe en el Derecho, o de las Las palabras de la Ley, o de El juez y el súbdito, y volverá a iniciar un diálogo con un hombre que ya no está, pero cuyas enseñanzas nadie podrá borrar.
Justificada admiración y emotiva evocación para quien fuera, entre pocos, destacadísimo jurista y filosofo.
ResponderEliminarLa nota cita debates memorables, tal por caso el suscitado con Genaro Carrió.
También Carlos Cossio confrontó con Soler, defendiendo la tesis según la cual, la sentencia, es norma jurídica individual. En rigor, en la página 103 (nota 25, La Teoría Egológica del Derecho, 2da. edición, Abeledo-Perrot, 1964), Cossio alude a un trabajo de Soler titulado "Algunas observaciones a la doctrina de Hans Kelsen". Debo confesar que no conozco la réplica del gran penalista.
Soler y Cossio, ambos abordando distintas cuestiones, cuentan en su haber, nada menos que haber sido contradictores de fuste de Hans Kelsen.
Quizás recomiendo que imprimas un poco de criterio actual(y no quiero faltar el respeto por eso a tu conocimiento)a un jurista que si bien ponderado en alguna época por la doctrina reaccionaria argentina,cabe decir dictatorial, no ha descrito mas que falencias, que hoy son mucho mas que superadas en tal camino. Soler forma parte de la historia del derecho y solo se lo puede considerar como tal. Autor de bastas obras en la cuales contradecía con su obrar, pensador de conceptos positivos sobre la lingüística, no solo antiguos para su tiempo sino retardadores de lo que la sociología jurídica vino a cubrir. El análisis critico ha de ser merecido, pero solo para exponer lo insensible de su premisa y la necesidad imperiosa de quitarlo de la bibliografia obligatoria que aun detentan algunas facultades de nuestro país.
ResponderEliminarGracias por su interés. Su comentario confirma algo que digo en la nota. Es decir, que en Argentina hay un afán injustificado por cerrar los debates intelectuales. Se dice así que tal idea es antigua y superada, y ya no molesta, se la puede olvidar.
EliminarFíjese que también (por ejemplo) la idea de la división de poderes es vieja. En los años 30 muchos dijeron que estaba "superada". Y eso pareció argumento suficiente.
Hasta donde yo sé, no es exacto que la obra de Soler sea de lectura OBLIGATORIA en ningún lado. Si por eliminar de las listas de lectura "obligatoria" se refiere a eliminar a Soler de entre los autores que PUEDEN consultar los alumnos, no creo que sea el mejor modo de proceder en el debate de ideas
Hola, por casualidad alguien tiene la fecha de su fallecimiento?
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ResponderEliminarDesgraciadamente no tengo ese dato. Veo en la web que alguien publica la noticia de la muerte en un diario del 14/9/1980
Eliminarhttp://www.unla.edu.ar/greenstone/collect/archived/index/assoc/HASH0169/2fe7e465.dir/doc.pdf.
Si es así, mi memoria me falló, pues digo en la nota que acudí a su frustrada conferencia luego de recibirme de abogado, en 1982. Es probable entonces que esa conferencia, y su muerte, hayan sido anteriores, cuando yo todavía era estudiante. Que no haya datos en la web de la vida de uno de los más grandes juristas que ha tenido el país es otra muestra de la indiferencia que domina en Argentina acerca de todo lo que alguna vez hizo grande y bella a esta nación
Comentario enviado por email por el Dr. Jorge Beltrán, quien me pidió agregara su contribución, que es la siguiente:
ResponderEliminarHola. Acabo de llegar a este sitio por casualidad, buscando la publicación que hizo la revista Somos con motivo del fallecimiento del Dr Sebastián Soler, a quien tuve la suerte de conocer porque, durante el ultimo tramo de su vida, formé parte de su Estudio Jurídico de la calle Esmeralda 561 de esta Capital. Por eso recuerdo que su deceso se produjo en 1980 (lamento no recordar el día), mientras se encontraba internado en el Sanatorio Otamendi por un problema respiratorio. Quizá porque todos esperábamos una muy pronta recuperación y el inminente regreso a sus tareas, que dicho sea de paso desarrollaba normalmente, fue porque la noticia de su fallecimiento nos sorprendió y produjo mayor conmoción. Por la noche fuimos a su departamento de la Avda Santa Fé donde se hizo el velatorio. En ese departamento, que habitó con su esposa durante años, había recibido la visita de Indira Gandhi, entre otras muy importantes personalidades. En ese departamento tuve oportunidad de apreciar un mural que él mismo había hecho. También me enteré que, entre otras actividades artísticas, ejecutaba muy bien la guitarra. En fin, conservo recuerdos de esa breve pero rica relación profesional, o mejor dicho de maestro a discípulo. Por ultimo y volviendo a ese ejemplar de la revista Somos, quiero agregar que dedicó gran parte a hacer conocer aspectos sobresalientes de la vida y el pensamiento del Dr Sebastián Soler, y que por ese motivo la conservé cuidadosamente durante muchos años. Lamentablemente cedí al pedido en préstamo de un "cliente", un profesional de la odontología, que prometió devolverla y que no cumplió su palabra, aunque asegura habérmela enviado por correo. Con este breve comentario me sumo a aquellos que, como el Dr Ariel Barbero, admiramos al Doctor Sebastián Soler.
Tuve la suerte de conocer en persona al Dr. Sebastián Soler. Fue en ocasión de uno de sus viajes a Córdoba, en un día de campo en la residencia que el Dr. José Severo Caballero -ex Ministro de la Corte- poseía en la localidad de San Antonio. Tuve la sensación de conocer a un ser exquisito en muchos sentidos, en el derecho, la filosofía, la historia, la política y la música. Su defecto, al igual que el de Borges, era ser coherente con sus principios, con sus ideales. Lamentablemente como lo decía en el Prólogo a "Fe en el derecho" otro de sus maravillosos trabajos, "en tiempos de infortunio político declina la confianza en el poder del espíritu y el deseo de enriquecerlo con nuevas creaciones". Quizá por eso, nadie pudo superar sus Proyectos de Código Penal, que se transformaron en las leyes 17.567 y 21.338, la mejor legislación penal que conoció nuestro país. Desde entonces, sólo malos e inconexos remiendos nos llevaron a la legislación actual, que en las manos de algunos jueces cómplices con el poder de turno, dejan la sociedad librada a su malograda suerte.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por su mensaje. Brinda usted la descripción de un gran hombre. Concuerdo con usted en que Soler tenía una formación integral, no sólo limitada a lo jurídico. Además, en cada área del saber, había tenido el buen juicio de elegir lo mejor.
EliminarArgentina no ha carecido de grandes hombres, la desgracia es que muchos han preferido rendirse ante farsantes. Por eso quise expresar mi admiración por Soler en esta nota, una admiración que no nació del capricho, sino de la reflexión. Una vez más le agradezco por su aporte
(borre mi respuesta anterior, ya que por error no figuraba como vinculada a su mensaje)
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ResponderEliminarTodos los clásicos deben ser leídos. Soler leía a Carrara constantemente porque incluso lo tradujo del italiano. Gracias a él, pude leer a este genio toscano. Lo que importa es la fuerza de su razonamiento, aunque la dogmática haya cambiado.
ResponderEliminarCoincido totalmente Gonzalo, sobre todo lo que Ud. dice sobre apreciar la fuerza del razonamiento, más allá de qué escuela esté en boga. De Carrara me parece maravillosa su idea (creo que está en el Prólogo al Programa) de separar las cosas que son mutables políticamente según las circunstancias y los tiempos, de las que deberían ser inmutables en derecho penal. Este es sólo un ejemplo de una idea que "tira" Carrara al comienzo de su obra, y que sería bueno volver a considerar. Tuve la suerte de visitar Lucca, y vi con alegría que la ciudad honra a Carrara con un monumento. Más significativo todavía. Muchas décadas atrás una italiana de Lucca, inmigrante en la Argentina que había sido camarera en su juventud, me dijo al enterarse de que yo pensaba estudiar derecho, que seguramente leería a Carrara. Yo le contesté que probablemente leería autores modernos y argentinos. Ella me miró como si hubiera dicho un despropósito. Algo de razón tenía
EliminarGracias por su mensaje
Todos los clásicos deben ser leídos. Soler leía a Carrara constantemente porque incluso lo tradujo del italiano. Gracias a él, pude leer a este genio toscano. Lo que importa es la fuerza de su razonamiento, aunque la dogmática haya cambiado.
ResponderEliminarExcelente síntesis, hay algo realmente lamentable, yo he estudiado a los cuatro autores citados en Colombia, pero sus trabajos, digo los específicamente referidos a las polémicas no están disponibles. No se encuentran, me tuve que venir a Buenos Aires para encontrar un ejemplar de las palabras de la ley en la biblioteca de la Corte. Igual el libro de Carrio que sí circula, no se vende más que en Argentina. DEl artículo de Nino en el debate con Zaffaroni hay una reedición en un compendio de artículos que salió en un libro homenaje. Digo, lo lamentable es que los textos sean tan difíciles de conocer!
ResponderEliminarGracias por su aporte. Le comento que hay otra perla perdida de Soler. Es su artículo "La idea del bien común" incluido en el libro "Derecho, Filosofía y Lenguaje" publicado en 1976 por Ed. Astrea en homenaje a Ambrosio Gioja. En ese libro escribieron muchos de los más destacados filósofos del derecho, desde Carlos Nino a Alf Ross. Soler no eludía los temas espinosos, y su opinión siempre era franca, directa. Eso le valió numerosos enemigos, que en vez de rebatir sus ideas hoy prefieren evitar que sean conocidas
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