Se puede ver en YouTube un debate
público acerca de la moralidad del capitalismo vs la del socialismo.
El evento se llevó a cabo en
noviembre de 2018 en el Auditorio del Centro Cultural de la Ciencia
de la Ciudad de Buenos Aires y fue organizado por la Fundación para
la Responsabilidad Intelectual (va el link al video más abajo).
Argumentaron en favor de la moralidad
del capitalismo Antonella Marty, Stephen Hicks y Axel Kaiser. Por la
del socialismo lo hiceron Eduardo Sartelli, Rosana López Rodríguez
y Fabián Harari. Los miembros este segundo panel integran un grupo
denominado Razón y Revolución en el que se destacan docentes
universitarios de historia. Se cuentan entre los más coherentes
defensores del marxismo por lo que su presencia en el debate prometía
un intercambio interesante de ideas. Es de señalar la honestidad
intelectual que demuestra este grupo al rechazar varios de los
slogans más falsamente atractivos de la izquierda, como la apelación
a un nacionalismo anti-norteamericano. Han superado además el miedo
a criticar al Peronismo; rechazan esa cautela acomodaticia y
desmoralizante de casi toda la izquierda argentina. A este grupo
pertenece la historiadora Marina Kabat, quien ha escrito un magnífico
libro sobre el Peronismo titulado Perónleaks. Son marxistas
puros y duros, como dicen los españoles. De allí proviene su desprecio por las mentiras populistas, pero también de allí provienen sus limitaciones intelectuales, como se vio ampliamente
en este debate.
Más allá del resultado -decidido
por los asistentes en favor de la moralidad del capitalismo- creo necesario comentar acerca de uno de los argumentos sostenidos por Eduardo Sartelli,
profesor de historia de las universidades de Buenos Aires y La Plata, en defensa del socialismo. Los panelistas de ese campo se ocuparon mayormente de exaltar un socialismo futuro pero no pudieron evitar descender en ocasiones al socialismo real. Allí es donde el profesor Sartelli procedió a justificar el Gulag soviético.
Creo que el debate pudo haber sido
mejor. Del lado capitalista hubo quizá un comienzo demasiado general del profesor Hicks, quien procuró defender el capitalismo en base a
afirmaciones ciertas pero muy abstractas sobre la propiedad de cada
persona sobre sí misma. El panel pro capitalista mejoró luego con
referencias más concretas a momentos históricos y actuales. En el
lado marxista esperaba ver algo del conocimiento y nivel
intelectual mostrado por Marina Kabat en su crítica al Peronismo. No
fue lo que encontré.
El profesor Sartelli manifestó ya
desde el comienzo del debate una agresividad injustificada pues
empezó declarando que estaba en “territorio enemigo” y que el
moderador (Iván Carrino) no era neutral. Cierto es que Carrino es
liberal, o quizá más precisamente libertario, pero quien vea el
video comprobará que su actuación fue impecable y equidistante. No
había motivo para atacarlo incluso antes de que empezara su labor.
El Gulag, presentado como un acto de defensa del proletariado
Sabemos que ya desde sus inicios el régimen comunista soviético creó todo un sistema de campos de trabajo forzado al que envió a
millones de opositores, prisioneros de guerra, miembros de minorías
étnicas, criminales comunes, y hasta simples campesinos. Llegan a
contabilizarse 476 campos, casi todos ellos en las regiones más
desoladas de Rusia.
Ya en el primer segmento de su
intervención el profesor Sartelli acusó a sus oponentes en el
debate intelectual de “tirar datos sueltos” y criticó que se
diga que Stalin mató gente, sin poner ese hecho en contexto, ni
preguntarse a quiénes mató y por qué.
Uno se pregunta qué explicación
sobre contexto o motivos podría hacer cambiar la conclusión de que
las matanzas ordenadas por Stalin (y antes por Lenin) son moralmente
reprobables. Ese comienzo del profesor Sartelli ya hacía prever que
ingresaríamos en la usual estrategia con la que la izquierda
justifica sus crímenes: se argumenta que “las cosas son más
complejas”, que “hay que ver el contexto”, etc. Eso se vio
ampliamente confirmado hacia el final del debate con la insólita
defensa que el profesor Sartelli hizo del Gulag.
Vale la pena transcribir textualmente
su justificación (va el link al video más abajo, precisamente a la
parte que comento, por supuesto, es interesante ver todo el debate).
Dice el profesor Sartelli: “Vamos
al tema del Gulag. Stalin mató mucha gente ¿Quién era esa gente?
Esa gente eran los kulaks ¿Qué eran los kulaks? Burgueses ¿Qué
querían hacer los burgueses agrarios? Querían destruir el
socialismo y masacrar obreros ¿Qué esperaban que los obreros
hicieran? ¿En nombre de la libertad y del respeto de los derechos
humanos, señores kulaks, asesínennos? Hay que ver el proceso
completo. Ustedes toman datos sueltos y elaboran un discurso con sus
prejuicios.”
Quien crea que esta defensa del Gulag
es demasiado brutal para ser real puede ver el video y escuchar al
profesor Sartelli por sí mismo (ver minuto 1.55.07).
Ni siquiera en la Federación Rusa
actual se defiende al Gulag tan abiertamente. Hay monumentos a las
víctimas del Gulag en Moscú y en otras ciudades rusas. Cualquier
persona medianamente informada -con mayor razón un profesor de
historia- sabe que entre los millones de presos en el Gulag había
opositores vencidos en la guerra civil, pero sobre todo campesinos
que no se resignaban a morir de hambre y escondían sacos de trigo de
las requisas de los soldados. Había también miembros de minorías
étnicas o de territorios dominados por el régimen: tártaros,
estonios, letones, ucranianos, finlandeses, y polacos. Incluso había
en el Gulag marxistas trotkistas vencidos en la interna bolchevique
que llevaban en los campos la sigla KRTTD (la doble TT significaba:
Terrorista Trotskysta). También gente condenada por hacer algún
chiste sobre el gobierno, o denunciada por un vecino envidioso, o condenada por crímenes absurdos como el "cosmopolitismo", o
simplemente gente que ni sabía por qué había sido arrestada.
La justificación del profesor
Sartelli no se sostiene ni siquiera en términos cronológicos pues
el pico en la cantidad de prisioneros del Gulag se dio al comienzo de
los años 50, es decir, cuando habían pasado casi treinta años del
fin de la guerra civil en la que el régimen bolchevique aplastó a
sus enemigos.
Los kulaks, pretexto para la violencia de la colectivización
Para el momento en que Stalin toma el
gobierno ya no quedaban en Rusia grandes propiedades agrícolas.
Habían desaparecido en los primeros años del régimen bolchevique.
Mucho menos se podía imaginar que hubiera propietarios rurales
contrarrevolucionarios al final del gobierno de Stalin, momento en
que -reitero- se alcanzó el pico de trabajadores esclavos encerrados
en el Gulag. El régimen usó cínicamente la calificación de
“kulak” para justificar los asesinatos y los arrestos de la
campaña de colectivización forzada de la agricultura. Si un
campesino se resistía a dejar su tierra y pasar a trabajar para
burócratas del partido en una granja colectiva, se lo fusilaba
delante de sus hijos o se lo enviaba como esclavo al Gulag.
En verdad, el destino más frecuente de los que caían bajo el rótulo de kulaks no era el Gulag sino otro sistema paralelo de trabajo forzado (llamado de granjas "especiales") en tierras inhóspitas.
Hasta la propia definición oficial
de “kulak” decretada por el régimen comunista revela que no se
trataba de asesinos contrarrevolucionarios. Según un decreto de 1929
bastaba para ser categorizado como “kulak” el caer bajo
cualquiera de estas alternativas: el tener empleados, o tener un
molino, o una máquina para hacer manteca, o el dar en alquiler
maquinaria agrícola, o participar del comercio.
Foto de una revista comunista de la época muestra las tres categorías de campesinos: los de abajo son clasificados como kulaks. Fuente: Wikipedia.
A esa gente ya se la exterminó
décadas antes de que el número de esclavos del Gulag alcanzara su
punto máximo ¿Por qué entonces el régimen lo hizo cuando ya no
tenía enemigos internos?
Ocurre que la cúpula que tomó el
poder en octubre de 1917 usó un engaño para poner de su lado a los
campesinos, que representaban entonces el 80 % de la población rusa. Les prometieron a los campesinos que obtendrían tierra. Documentos y
cartas de los líderes soviéticos -y la propia ideología marxista-
demuestran que la cúpula del partido comunista sabía desde el
comienzo que en cuanto tuvieran poder suficiente les iban a quitar la
tierra para implantar la colectivización del agro. Pasarían a trabajar en granjas a las órdenes del partido comunista. Era previsible
que semejante engaño fuera a dar lugar a protestas y rebeliones
campesinas.
Stalin fue quien impulsó con más
violencia la colectivización de la agricultura y a eso lo llamó
“dekulakización”, campaña en la que -como en tantas otras- se
procedió a demonizar a quien se pensaba destruir.
Hay mucho y bueno publicado sobre el
Gulag. Escribí años atrás una reseña del excelente libro de Anne
Applebaum (link). Cierto es que, según recuerdo, en los años 70 un
militante comunista me “explicó” que las denuncias sobre el
Gulag eran un invento de un agente de la CIA llamado Solzhenitsyn.
Pero ya hoy un académico no puede decir campante ante el público
que el Gulag era la defensa de los obreros ante el peligro que
representaban unos kulaks dispuestos a matarlos, versión de los
hechos que probablemente sólo pueda encontrarse en un panfleto
impreso en la época stalinista.
El Holodomor
Stalin no sólo mató gente en el
Gulag. Mató muchos más millones de personas de hambre, entre 7 y 10
millones de personas, en lo que se conoce como el Holodomor, que
significa justamente “muerte por hambre”. El régimen quitó a
los campesinos su alimento, incluso la semilla que necesitaban para
las cosechas, y además les impidió escapar hacia las ciudades. Puso
cordones de soldados para impedirlo. Un dato macabro es que Stalin mató a
millones de sus compatriotas de hambre en una de las tierras más
fértiles del planeta, en Ucrania.
Pero ya antes, en 1921 bajo Lenin, el experimento bolchevique había provocado otra hambruna en la que se estima que murieron 5.000.000 de personas. También aquí hay un dato terrible: al mismo tiempo que sus compatriotas morían de hambre, el régimen leninista exportaba alimentos.
Foto de la Wikipedia.
En la foto se ve a una niña en la hambruna de 1921. Pero recordemos que el profesor Sartelli nos enseña que no hay
que caer en simplismos, que hay que “mirar el contexto”, que si
alguien pregunta, la respuesta profesoral es que Stalin mató kulaks,
burgueses asesinos. Eso no es cierto. No es cierto que esa niña y
millones como ella fueron condenados a muerte por hambre porque los camaradas Lenin y Stalin se vieron obligados a matar kulaks, que eran gente
peligrosa que quería asesinar obreros. No fueron actos de defensa
del proletariado.
Igual que con el caso del Gulag,
hasta la cronología de los hechos no apoya la explicación del
profesor Sartelli. El Holodomor se cometió en los años 1932-1933,
cuando ya no había fuerzas dentro de la Unión Soviética que
pusieran en peligro el régimen comunista.
Las grandes purgas
No contento con eso, poco después
(años 1937-1938) Stalin también mató a la vieja guardia del
partido comunista, a miembros del ejército que habían luchado de su
lado, a intelectuales, etc. No eran kulaks (que si lo hubieran sido, también era un crimen asesinarlos). Esa masacre se conoció
como las Grandes Purgas o el Gran Terror. Se calcula que Stalin en
esa oleada ordenó matar entre 680.000 y 1.200.000 personas.
Ni Lenin ni Trotsky
quedan afuera
Debo hacer una aclaración
importante. A diferencia del profesor Sartelli, algunos defensores
más sutiles del régimen comunista se dan cuenta de que es imposible
justificar a Stalin, pero dejan afuera de los crímenes a Lenin y
Trotsky. Culpemos de todo a Stalin, si no se puede salvar todo,
salvemos algo. A esto se lo ha llamado “el truco de la iguana”
que se desprende de una parte de su cuerpo (la cola) para en la
confusión salvar el resto.
Pero no hay duda de que la represión
empezó con Lenin. Su terrible policía política, la Cheka, fue
creada ya en 1917, no muchos días después de que los bolcheviques
tomaran el poder y fue uno de sus instrumentos fundamentales.
Trailer de un film ruso sobre la Cheka. También está la versión completa, subtítulos en inglés.
Lenin y Trotsky integraban el
gobierno que reprimió a los marineros de Kronstadt en 1921, que
paradójicamente habían sido parte de la fuerza militar que los
bolcheviques usaron para derrocar al gobierno civil que había
reemplazado al Zar.
Mucho después, cuando Trotsky estaba
en el exilio y ya no podía tomar parte de los crímenes, denunció
la persecución que hizo Stalin de los trotskistas que habían
quedado varados en la Unión Soviética. En libros y artículos, él
y sus discípulos demostraron acabadamente las arbitrariedades de
los juicios arreglados en los que Stalin hacía condenar a sus
opositores.
Pero lo que Trotsky no menciona es
que él hizo exactamente lo mismo cuando estaba en el poder. En 1922
el régimen hizo condenar a 12 Socialistas Revolucionarios
(opositores de los bolcheviques) en un juicio tan amañado como el que
luego sufrieron los propios trotskistas. Una comisión de
observadores occidentales, en la que había mayormente sindicalistas
y comunistas de Bélgica, Gran Bretaña, y Alemania, denunció las
irregularidades de esa farsa. La acusación se formuló en los
términos que propuso Trotsky, como un ataque de tono político a
todo el partido Socialista Revolucionario. Muy poco se ha publicado
sobre esa y otras partes poco admirables de la carrera de Trotsky En la web hay una referencia breve -link- (curiosamente, hecha por un Trotskista inglés)
Mucho más completo es el libro de
Marc Jensen: A show trial under Lenin, publicado por el Instituto
Internacional para la Historia Social de Amsterdam.
El debate entre marxistas y liberales ofreció muchos otros
aspectos que podrían comentarse, como la afirmación del profesor
Sartelli en la que atribuyó los millones de muertos en la China comunista
a una agresión capitalista. Luego, pasando de los argumentos a los
epítetos, calificó a los liberales del panel -defensores de la
moralidad del capitalismo- como fascistas. Para ello el académico
utilizó, sin sonrojarse, el siguiente razonamiento: si los liberales
creen que mi libertad termina donde comienza la de los demás,
entonces mi libertad es máxima cuando extermino a los demás, y eso
es el fascismo.
Digamos brevemente que ni el liberalismo se define
por una simple regla sobre la libertad, ni el fascismo es una
doctrina que proponga maximizarla.
Cabría detenerse también en el asombro que generó el profesor Harari cuando intentó desentenderse del desastre venezolano argumentando que el
actual régimen que oprime a esa nación es capitalista.
Pero fuera de todo ello, me pareció
que no se puede hablar tan ligeramente de la muerte, que la justificación del Gulag presentándolo como acto de defensa
proletaria era tan vergonzosa y falsa que no podía dejarla pasar
como si fuera meramente otra alucinación marxista.