martes, 3 de septiembre de 2019

Diferencias entre Winston Churchill y Roberto Cachanosky



        Me decepcionó la explicación de Roberto Cachanosky acerca de la derrota del gobierno en las PASO (link a su nota). En brevísimo resumen, su conclusión es que la culpa es del gobierno mismo. Que un economista prestigioso como él yerre tanto en la evaluación de lo ocurrido me pareció preocupante. Creo que descartar la responsabilidad que tiene cada votante no es posible si se quiere tener alguna esperanza en el sistema democrático. La noción de que el votante es una ameba sin relevancia moral es más propia del materialismo dialéctico que del liberalismo. Tampoco creo que sea sano o posible descartar la parte que les ha cabido a los comunicadores y economistas que han tenido amplia llegada a los medios masivos en estos años.
        Cachanosky señaló correctamente en el pasado las fallas del kirchnerismo, pero él -como otros- quizá creyó que era un asunto cerrado, que el “crecer con lo nuestro” de Aldo Ferrer, el “trabajo sucio” Duhaldista, y la renegociación forzada de la deuda (extraño oximoron) eran dislates en los que no volvería a creer el pueblo argentino. Mucho menos que casi la mitad del electorado creyera secundario que se persigan periodistas, se arreglen las estadísticas, y se adoctrine desde los medios del Estado.
        Luego de las PASO Cachanosky -como tantos otros- pareció advertir que no era así. Que quizá hubiera sido necesario insistir en los obvio. Entrevistado en TV luego de las elecciones PASO, Cachanosky señaló que si el equipo y las propuestas del candidato Fernández fueran confiables, el resultado de las elecciones no hubiera coincidido con el derrumbe simultáneo del peso, de las acciones y de los bonos argentinos. Parecerá que es una obviedad, pero millones de personas se empeñan en afirmar, como quien esconde la mano luego de tirar una piedra, que entre su voto y ese derrumbe no hay relación alguna.
        Por eso, en mi nota anterior, incluí a Cachanosky junto a Iván Carrino entre los economistas que se animan a decirle al público cosas que no le gusta escuchar. La lista es más larga por cierto, en ella están también, entre otros, Martín Tetaz y Germán Fermo. Con menos llegada a la TV, pero con mayor precisión que nadie, están también las notas de Domingo Cavallo (link a su blog).
        El 1 de septiembre Cachanosky publicó la nota Infobae en la afirma que Cambiemos terminó siendo Continuemos, y que debe asumir la culpa de la vuelta del Kirchnerismo. Discrepo.

Todo es igual nada es mejor
        La más eficaz de las armas para la degradación moral es negar que existan diferencias. Los propagandistas del socialismo del siglo XXI disparan con esa arma todo el tiempo. Hace mucho publiqué una nota en la que refutaba el argumento con el que Alejandro Dolina intentaba demostrar que no hay diferencia entre hacer proselitismo desde un canal privado y hacerlo desde el que pertenece al Estado (link). En otra nota señalé la idéntica estrategia usada por la periodista Gisela Marziotta (hoy candidata a vicejefa de gobierno de CABA por el Kirchnerismo) quien sostuvo que no había razón para rasgarnos las vestiduras viendo lo que pasa en Venezuela cuando en Argentina tenemos una presa política que es Milagro Sala (link). Los votantes del dúo Fernández insisten en que, si acaso los Kirchner robaron, Macri también. Las diferencias se liman y entonces Vidal es una “Evita Amarilla”, Cambiemos es Continuemos. Slogans ocurrentes y pegadizos, pero falsos.
        Javier Milei, Miguel Boggiano, y hasta el mismo Cachanosky, se han acostumbrado a pegarle a “los políticos”, sin distinciones. Es más fácil, pero es falso.
        Incluso en lo económico, que no es lo fuerte del gobierno, no es lo mismo tener que importar gas que volver a exportarlo en menos de cuatro años. No es lo mismo haber quedado atrás de Paraguay como exportadores de carne, que haber pasado del puesto 15 al puesto 6 en el mundo. No es lo mismo tener caminos y vías abandonados que funcionando. No da igual que en el informe sobre la competitividad de los países elaborado por el Foro Económico Mundial hayamos subido 23 puntos (link). Todavía estamos abajo, pero no todo “se igual” como diría Minguito.
        Ludwig von Mises escribió que las caídas en los ciclos económicos no se producen tanto por la falta de inversión como por inducir la mala inversión. Cuando el intervencionismo pone sus planes por encima de las señales del mercado, favorece inversiones que pasarán a ser improductivas cuando esos planes ya no sean sostenibles o cuando los gobernantes cambien de idea. Ocurre entonces que el capital ya está puesto en máquinas y habilidades que no es posible transformar en otra cosa más útil. Argentina tiene eso de una manera gigantesca. Una vez que se destinó dinero a una ensambladora de televisores en Tierra del Fuego, ya hay capital físico y hasta personal formado que no puede transformarse en una procesadora de arándanos en Entre Ríos. Cambiar todo eso implica pérdidas, da lugar a resistencia de los que las sufren, y lleva tiempo.

El liberalismo no es sólo económico
        Pero si los logros de Cambiemos son pobres y tardíos en los números, no se puede decir lo mismo de lo institucional. Cambió realmente un sistema que ya no respetaba ni las instituciones de la república ni la opinión disidente. Economistas liberales han olvidado que el liberalismo es una filosofía política integral que abarca mucho más que el libre comercio. Por primera vez en décadas se vio que dirigentes sindicales que se hicieron multimillonarios con la extorsión perdieron su protección. A pesar de haber colonizado tantos tribunales en los últimos 14 años de poder peronista, a pesar de las dificultades y las chicanas, empezaron a revelarse asociaciones ilícitas de funcionarios. No hubo más intentos de apoderarse de medios periodísticos. Quien desdeñe todo eso como meros “buenos modales” no entiende lo que es el liberalismo.

El gradualismo
        Es probable que a Macri le haya faltado claridad y convicción. Pero sus críticos parecen olvidar que no es Mauricio Iº Emperador de Argentina. Ni él ni María Eugenia Vidal tuvieron mayoría en el Congreso y ambos saben que hay cientos de abogados y jueces debidamente preparados que esperan ansiosos que el gobierno cometa la más mínima falla procedimental para infligirles una costosa derrota en los tribunales. Sorprende ver a tantos economistas razonar como si el gobierno estuviera en el misma situación que la de ellos cuando conversan con un par de colegas acerca de todo lo que habría que hacer.
        Hubo errores, cierto. Pero también creo que Macri hizo de la necesidad una virtud. Si tenía un Congreso en contra -incluyendo a veces a sus aliados- si los representantes de la oposición no sólo le votaban en contra sino que lideraban piquetes en las calles, haría de esa limitación una política, el gradualismo. Macri parece ser un hombre tan enemigo de la confrontación que hasta intentó hacer simpático el mote de “gato” (aplicado a las prostitutas caras) insulto grosero que le dirigió la oposición.
        También pesa la experiencia del pasado. La última vez que un hombre decente se puso frente a las cámaras y explicó franca y honestamente a la población que era necesario hacer reformas, fue atacado tanto por la oposición Peronista como por la cúpula del partido Radical -radicalmente opuesta al presidente. Ricardo López Murphy cayó en pocos días, y su presidente, también un hombre honesto, fue objeto de burlas vergonzosas por parte de la más rastrera de las alimañas que pululan en TV. Buena parte del país festejó la desfachatez, buena parte de los legisladores aplaudió el default que pronto supieron conseguir.
        Y sin embargo, hace poco Ricardo Cachanosky escribió un artículo en el que afirma, ya en el título (link), que el mayor error del presidente de la Rúa fue no haber respaldado a su ministro López Murphy. En el tablero de dibujo eso es cierto. En el sistema constitucional que no da poderes imperiales al presidente eso es adjudicar mal las responsabilidades. Si su propio partido no lo apoyaba, si necesitaba sus votos en el Congreso para aprobar el presupuesto, de la Rúa estaba acorralado. El papel de Alfonsín en esos días deberá alguna vez ser analizado. Lo cierto es que el último intento de ser directo y afrontar reformas necesarias terminó con la victoria de los partidos que se oponían a ella. Siguió el default, el saqueo de los ahorros, y la licuación de las deudas. Nada de eso fueron accidentes sino la política de los que impulsaron el golpe de finales de 2001.
        Cachanosky tiene la decencia de la que otros carecen, y reconoce que de la Rúa no fue culpable de todo lo que hicieron los que lo echaron del poder. Sin embargo, en el artículo en que califica a Cambiemos como Continuemos, cree justo adjudicar a Macri el retorno del Kirchnerismo.

No hay liberalismo sin responsabilidad individual
       Lo digo: los que se tienen que hacer cargo de la vuelta del Kirchnerismo (si ocurre, cosa que no es sano dar por hecha), son los que lo votan.
        Sé que decir eso suena extraño, insultante, inadmisible, en la tierra de la demagogia. Sin embargo, la noción de que los individuos son responsables de sus actos es parte fundamental del liberalismo. Para el materialismo dialéctico, todo se explica por fuerzas económicas e intereses irresistibles que no dejan papel relevante al individuo. La responsabilidad moral es vista en ese esquema como un prejuicio burgués sepultado por la ciencia. Si una persona roba por sí misma, o si vota para dar el poder a una banda para que robe a su nombre y reparta parte del saqueo, eso se deberá a múltiples factores sociales, económicos, políticos...nunca a la responsabilidad moral del individuo! ¡Eso es no es científico!
        El liberalismo no desconoce la incidencia enorme de factores sociales. Lo que no puede hacer -sin dejar de ser liberal- es aceptar que individuo sea una ameba a la que no se puede adjudicar responsabilidad por sus decisiones. Y justamente, el relato que ahora consumen con gusto millones de argentinos es que su voto no tiene nada que ver con el derrumbe inmediatamente subsiguiente del peso, de las acciones de empresas argentinas, y de la confianza que inspiran los bonos de la deuda nacional. Como el individuo no es jamás responsable de nada, como todo se explica por factores colectivos, es evidente que allí hay una casualidad, una mera coincidencia entre el resultado de las PASO y esa reacción de los mercados.
        Miro hoy un reportaje a Javier Milei y Diego Giacomini y veo que insisten en corroborar ese relato. Se congratulan de haber pronosticado el derrumbe, proponen que el Emperador -deben asumir que hay uno en Argentina- elimine el Banco Central, y no dan importancia al resultado de las PASO. Todo con tal de no cometer el pecado de asignar relevancia a las decisiones que tomó en esa elección cada individuo.

¿No habrán omitido algo los liberales mediáticos?
        Nunca antes los liberales recibieron tanta atención en los medios. Los más populares son en verdad libertarios, propagandistas del anarco-liberalismo, y no liberales clásicos. No quiere eso decir que el público acepte sus ideas ni siquiera por un segundo. Sin embargo el televidente disfruta de una de las críticas más radicales al presente gobierno y de los videos que anuncian un naufragio. Un regocijo que tiene algún parentesco con el que muchos espectadores experimentaban al ver a Marcelo Tinelli burlarse de de la Rúa.
        Furiosos con el gobierno, los libertarios han sido muy cautelosos en confrontar los mitos económicos populares. Poco o nada sobre los supuestos logros históricos de Perón, sobre la competitividad que habría logrado la política de Duhalde, sobre la destrucción ya provocada por el matrimonio Kirchner. Nada que sea comparable a su constante prédica contra el gobierno de Macri, quien se resiste a adoptar el Manifiesto Libertario de Murray Rothbard por decreto de necesidad y urgencia.
         Rothbard fue un economista norteamericano. Curiosamente (o quizá no) en algún momento sus ideas se acercaron mucho a las de la nueva izquierda. Su Manifiesto Libertario contiene una crítica devastadora a la política norteamericana, a la que responsabiliza de casi todos los males del mundo. Dice muy poco sobre las responsabilidades de otros. En el mismo error caen Milei y Giacomini.
        Al culpar a Macri del derrumbe post PASO, no sólo eximen de responsabilidad al votante -que es parte de su público-, sino que se eximen a sí mismos de no haber sido precisos al señalar las alternativas reales. Desgraciadamente, lo mismo hace Cachanosky en su artículo. En la explicación de que Macri va por mal camino, debieron haber aclarado siempre, siempre, para que lo entendiera hasta el último alcornoque consumidor de relato, que no había que dar un volantazo e ir a la mano contraria. Faltó avisar que por allí viene un camión de frente.

Winston Churchill y el Diablo
        Nadie dice que no se critique a Macri o a Vidal.
        Pero veamos. Durante la Segunda Guerra Mundial, algunos criticaron a Winston Churchill por aceptar la alianza con la Unión Sovietica para derrotar a Hitler. Churchill había sido uno de los enemigos más duros del gobierno bolchevique, e incluso se opuso sin éxito a que Gran Bretaña le diera reconocimiento diplomático. Ante esto, Churchill respondió -en una frase famosa-: Si Hitler invadiera el infierno, yo haría en el Parlamento alguna referencia favorable al Diablo.
        Churchill aclaró que no retiraba ni una palabra de lo que había dicho sobre la Unión Soviética. Seguía siendo cierto que Stalin era tanto o más asesino que Hitler. Pero quien intentaba invadir Gran Bretaña, y ya había logrado invadir casi toda Europa, era Hitler. No podía Churchill seguir con su discurso contra los bolcheviques para desentenderse de ese peligro y de las opciones realmente disponibles para enfrentarlo.
        Se dirá que Cachanosky no es un estadista y que mucho menos lo es Milei. Pero ellos tampoco pueden desentenderse del camión que viene de frente. Si creían que Macri es el demonio, debieron acordarse del gesto de Churchill.
        De la Rúa tampoco era el demonio, y nadie dijo una palabra a su favor. El mismo día que murió, un periodista tuvo la impudicia de llamarlo inútil en TV. El mejor gesto humano debió venir de afuera y de una cantante, de Shakira. Más que dólares, lo escaso en esta tierra es la decencia. Todavía hay tiempo para enmendarse, pero no mucho.

5 comentarios:

  1. Es cierto. No somos amebas pero te respondo con una declaración de JFK después del desastre de Bay of Pigs: "What matters is that I am the responsible officer of the government". Traducido, sería algo así como "Yo soy el único responsable porque soy el presidente". También en la TV argentina los conductores solían decir "Si algo salió mal, es por mi exclusiva responsabilidad".
    Yo lamento ver las cosas de esta forma, me gustaría que la realidad fuera diferente, pero al lado de todos los logros del gobierno, el presidente subestimó las consecuencias del impacto adverso de algunas medidas.
    Estoy de acuerdo en general con lo que planteás pero el funcionamiento de la psicología de la sociedad es algo más complejo.
    El equipo gobernante (del cual Macri debería ejercer el liderazgo) debió cuidar a la parte del electorado que es capaz de cambiar su voto, aunque lo haga por impulso. Los dirigentes deben adelantarse a los acontecimientos.
    Creo que el tema da para mucho más.
    Entre otras reflexiones la que me surge es cómo la dirigencia argentina en general se las ingenia para llevarnos a estas encrucijadas de tener que elegir entre dos males.

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    1. Una cosa es que Kennedy asumiera responsabilidad por Bahía de Cochinos, una operación militar secreta que él autorizó, y otra es responsabilizar a Macri por lo que decida votar el 47 % de los votantes. En la base de la democracia está el principio de que los votantes son gente que asume la responsabilidad de su destino

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  2. Gracias por el aporte. Sigo creyendo que Churchill tenía razón, que hay que decir algunas palabras en favor del diablo. Que si bien podemos señalar los errores de Macri (que no es el diablo), no podemos decir que el votante carece de responsabilidad. Un electorado al que siempre se le dice que carece de responsabilidad acabará creyéndolo

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  3. Creo que la responsabilidad del votante fue teniendo mayor relevancia desde el momento que se comenzó a vislumbrar que esta elección se constituiría como, tal vez la más importante en muchas décadas, por cuanto se trata de decidir el sistema político que se instalará en el país. O vamos a una democracia republicana o a un populismo chavista. Me parece que cualquier otro análisis es irrelevante. Hoy Macri al menos para mi, es un instrumento. La continuidad en el sistema es lo que me preocupa. Dentro de una democracia republicana podremos cambiar y mejorar en sucesivos períodos. Lo otro ya lo conocemos y es nefasto.

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    1. Gracias y coincido en que incluso los que rechacen buena parte de las políticas de Macri deben comprender que desde ellas se puede mejorar. En todo caso, ganarle con algo mejor. Pero volver a lo mismo que ya conocimos durante 12 años sería imperdonable

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